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El Cuidado Amoroso de Dios


Hace un par de años, estaba con mi familia, pasando algunos días en una cabaña en el bosque, a la orilla de un apartado lago. Estábamos en medio de la nada. Una mañana, mi hijo Trace y yo nos despertamos y nos dispusimos a dar un paseo alrededor del lago. Era una de esas mañanas sin nubes en el cielo. Los pájaros cantaban. Mi hijo Trace tenía poco más de un año en ese entonces. Hacía esos sonidos y gruñidos que acostumbran los niños de un año. Lo cargaba en la espalda en una mochila. Mientras caminaba, lo escuchaba hacer todos esos ruidos. Nos dirigimos hacia el bosque para caminar alrededor del lago. Era uno de esos... . ¿Alguna vez tuvieron uno de esos momentos que, si pudieran, lo detendrían en el tiempo? Simplemente fue muy hermoso. Llegamos al otro lado del lago. Estábamos exactamente a mitad del camino. Estábamos en el punto más lejano de la cabaña. Nos disponíamos a dar la vuelta para regresar y miré al cielo y vi unas nubes. Entonces, comenzó a llover. Siempre llueve, ¿verdad? Es interesante, porque las Escrituras dicen muchas cosas sobre la lluvia y las tormentas. Cuando Jesús nos enseña lo que significa vivir, vivir la plenitud de la vida en Su Reino. Cuando Jesús habla de ello, se refiere a dos personas diferentes. Él habla de una persona que construye su casa en la arena, de alguien que prefiere rechazar Sus enseñanzas y de alguien que construye su casa sobre la roca, que prefiere edificar su vida en las enseñanzas de Jesús. Y la metáfora que utiliza es la de la tormenta que viene y la persona que rechaza Sus enseñanzas y Su verdad. La casa construida en la arena es destruida. Pero la casa construida sobre la roca, permanece. Esta idea, dice Jesús: "Cuando lleguen las lluvias. " No es que podría suceder. Sucede. Llueve mucho en nuestras vidas. Al principio, caía una gota aquí, otra gota allá, y entonces le cubrí la cabeza a Trace con la capucha. Lo que yo no sabía es que él se la había quitado. Paulatinamente, las gotas se hicieron cada vez más grandes, cayendo cada vez más y más rápido. De repente, empezó a llover a cántaros. Era el tipo de lluvia que te empapa. Que hace que tu cabello se pegue a tu cabeza. Y es el tipo de lluvia que empapa tu ropa. Al principio, los truenos y relámpagos no le molestaban a Trace. Pero continuaban cayendo y se tornaban más estrepitosos y el viento era más intenso y los árboles empezaban a sacudirse, Trace se puso más nervioso. Podía sentirlo en mi espalda. Primero, empezó a lloriquear y después, daba pequeños gritos de vez en cuando. Pero al poco tiempo, Trace gritaba a pleno pulmón. El viento soplaba. Había truenos y relámpagos. Y nos empapábamos con la fuerte lluvia, los árboles ya no nos servían de refugio. Y Trace, desde lo profundo de su ser, comenzó a gritar y a llorar fuertemente y con terror en su voz. Es interesante porque si buscan la palabra "llorar" en las Escrituras, encontrarán que aparece una y otra vez. Aún en los Salmos, sólo en los Salmos, si empiezan a leerlos, menciona una y otra y otra vez, Llorar, o "clamar" a Dios. Dios dice cosas asombrosas. Él dice: "Cuando claman a Mí, Yo los escucharé. " También dice: "No puedo ignorar el llorar de alguien afligido. " Si estoy lastimado, perdido, empapado, asustado, y confundido. Dios dice: "Tú me clamas, y Yo te escucho. " Dios dice que al llorar, Él está cerca del desconsolado. Él está cerca de aquellos que lloran y admiten que están asustados, perdidos, empapados y confundidos. Existe la falsa y distorsionada idea entre las personas religiosas, de que, de alguna forma, hay que tenerlo todo para que exista una relación con Dios. Que, de algún modo, Dios sólo busca a la gente que no tiene problemas, que ha logrado todo y que se muestran felices todo el tiempo. Pero las Escrituras hablan en contra de esa clase de pensamiento. Jesús es franco cuando dice: "Vengan a Mí, todos los que están cansados y que llevan un peso a cuestas. " La esencia de la salvación es clamar a Dios y admitir: "No entiendo. " Es aceptar: "Estoy perdido. Estoy lastimado. " La naturaleza pecaminosa que llevo sobre mí, ha estropeado todo para mí. Y Dios, si Tú no me enseñas el camino, si Tú no arreglas las cosas, si Tú no intervienes, moriré. " Y ese pensamiento lo encontramos en las Escrituras. Una y otra vez, Dios nos dice: "Cuando te acerques a Mí, ven a Mí con todo. Ven a Mí con tus problemas. Ven a Mí todo pervertido, todo estropeado. Deja que Yo me hago cargo. " Jesús intenta buscar a la gente. lncluso dice esto. Dice: "No busco al que está sano. Busco al enfermo. " Es interesante si piensan en la tormenta desde la perspectiva de Trace. Para Trace, la tormenta es su realidad. No ve nada más. Los relámpagos, los truenos, los árboles balanceándose, las gotas de lluvia, y el agua escurriéndole. Es todo lo que él sabe. No ve la realidad más allá de la tormenta. Lo que Trace no comprende es que como su papá, haría cualquier cosa por llevarlo a casa. En este momento, Trace grita a todo pulmón, con gran fuerza, detrás de mi cabeza. Me detengo, me arrodillo, y lo saco de la mochila. Lo acerco a mi pecho y lo abrazo. Lo abrazo fuertemente contra mi corazón. Y casi al final de nuestro paseo, me inclino hacia él todo el tiempo, y susurro en su oído, una y otra vez: "Te amo, amigo. Lo lograremos. Papá conoce el camino a casa. Lo lograremos. Te amo, amigo. " Una y otra y otra vez. A través de la tormenta, lo llevo fuertemente apretado contra mi pecho, susurrando: "Te amo, amigo. Lo lograremos. " lmaginen si años más tarde, Trace está en alguna terapia, y saca el recuerdo de la caminata. Y viene y me dice: "Papá, ¿por qué me hiciste pasar por eso? Siento recelo dentro de mí. Pensé que me amabas. ¿Cómo pudiste exponerme a algo tan horrible como lo fue esa tormenta? ¿Por qué no me protegiste?" Me sentiría abatido porque para mí, ese paseo fue uno de los más profundos, uno de los más íntimos recuerdos de mi vida con mi hijo. No cambiaría esa experiencia por nada. Quizá estén resentidos o sientan recelo, debido a cosas por las que han pasado, algunas tormentas en su vida, y se preguntan: "Si en verdad Él me amara, si Dios realmente estuviera ahí, no me habría permitido pasar por eso. " Y tal vez Dios dice: "No. ¿No lo comprendes? Pude abrazarte fuerte. Pude recordarte una y otra vez: Te amo, amigo. " Como dicen las Escrituras, en el Deuteronomio, capítulo uno. Dios le recuerda a Su pueblo lo bueno que ha sido con ellos, y dice: "¿Recuerdan? Los cargué como un padre carga a su hijo. " Y ahora, tú, cuando estés empapado, perdido, lastimado y confundido, puedas clamar y que el Creador del Universo te saque de tu mochila. Que Te abrace fuertemente contra Su pecho. Que te abrace con sus brazos eternamente amorosos. Y que Lo escuches susurrar: "Te amo, amigo. Lo lograremos. Papá conoce el camino a casa. Lo lograremos. Te amo. "